Patricia Sornosa
«Deberíamos aprender a no ser tan imbéciles para que cualquiera nos pueda ofender»
Ainhoa Maestu
Fotografías: Enrique Maestu
Valenciaaa es la tierra de las flores, de la luz y del amoooor. Y también es la tierra que vio nacer hace cuarenta años a esta fiera que se dedica a hacer unos monólogos brutales. Y no estamos hablando de otra que no sea Patricia Sornosa. Con la cual, tras un breve contacto en Twitter, hemos cerrado la entrevista a matacaballo. Desde que nos hemos puesto en contacto hasta la hora de hacer la entrevista no habrán pasado más de cinco horas.
Quedamos en un Madrid sumido en el agosto. Con el clásico calor que emana el asfalto y el sol justiciero que aniquila las sombras. Cualquier persona con dos dedos de frente no saldría de su casa hasta la noche. Nosotros somos de otra pasta.
Patricia llega puntual y alegre. «Acabo de llegar a Madrid ahora mismo»―nos comenta. En un rato tiene un bolo en Vallecas y nosotros vamos a acabar con todo el tiempo que podía tener de descanso entre la llegada y la actuación. Nos confiesa que aceptó la entrevista porque vio que habíamos entrevistado a Hector Bometón (Mierdecitas) y a Ignatius Farray. Aunque hay muchos cómicos españoles que le gusten, si tiene que quedarse con uno solo sería con Ignatius «por su forma tan diferente de hacer comedia». Fuera de las fronteras patrias (donde cada uno quiera ponerles el límite) no puede dejar de hablar de cómicos como George Carlin o Bill Hicks.
«Lo que más me gusta es una persona con un micro. Y ver las cosas tan impresionantes que se pueden hacer solo con eso».
Nos resguardamos del calor en La Ingobernable (calle del Gobernador, 35). Cruzamos el patio. Hay una reunión de hackers. «¿De fuckers? ¿En serio? Hay que tener mucha autoestima para atrever a venirse a una de estas». No, no, de Hackers. Aunque algún hacker fucker habrá por ahí suelto.
Encendemos la grabadora y nos ponemos al lío.
Aunque para muchos es una cara nueva en el mundo del humor, comenzó en esto de los monólogos cuando tenía 25 en un grupo de teatro de su pueblo, Manises, llamado Altre Teatre. «Era amateur pero muy exigente. Hacíamos cosas más clásicas pero decidieron hacer una noche de monólogos. Yo opté por escribir mi propio texto, fueron cinco minutos. Funcionaron muy bien. Y ahí empezó todo. Muy poco a poco me fueron saliendo cosas. Iba a micros abiertos, a alguna actuación muy puntual y siempre con otros compañeros. Me di cuenta de que me estaba profesionalizando hace dos años».
Y es verdad que se ha profesionalizado y que está llamando mucho la atención. Para quienes no conozcáis su trabajo, ha conseguido dar una vuelta al mundo del Stand-Up embadurnándolo bien embadurnado de un discurso de género que remueve conciencias al tiempo que hace reír.
«La labor de cada humorista la sabe él mismo. Pero no creo que haya una labor específica. Creo que estoy haciendo lo que me toca hacer, la comedia que a mí más me gusta. Me gusta la comedia que te hace reflexionar un poco y los cómicos que te dan su opinión sobre las cosas. Me encanta generar la risa estirando una cuerda. Generando una tensión, una incomodidad que luego se libera con el remate. Esas son mis bromas favoritas. Como cómica lo que pretendo es que la gente se ría. Esa es mi mayor pretensión. Luego también intento que se rían con los temas que a mí me interesan. Pero sobre todo busco que haya una risa. Si no, es un fracaso».
No deja de rondarme la cabeza por qué se genera tanta expectación por ver una mujer haciendo comedia con un discurso de género de telón. ¿Será por ser una mujer diciendo cosas incómodas? ¿Será por ser un formato nuevo? ¿Por la estética de Patricia?
«Escapa a mi entendimiento y desde luego no es algo que busque. No sé por qué genera tanta expectación. Probablemente sea la novedad. Que no se ha hecho antes de esta forma».
Sin embargo, cada vez son más las mujeres que están cambiando las normas de la comedia. Desde Irantzu Varela hasta Soy Una Pringada. Pasando por otras tantas mujeres que se han cansado de ser receptivas de un humor sesgado y patriarcal para usar su lenguaje sin ambages.
«Cada vez somos más. Os recomiendo a mi amiga Patricia Espejo, porque es una cómica maravillosa. Se parte el cobre en cada actuación. También son muy interesantes Valeria Ros y Susi Caramelo».
Pero queda mucho trabajo por hacer. Los micros abiertos y los shows suelen ser mayoritariamente masculinos. «En Valencia viene mucha gente a los micros abiertos, pero ninguna mujer… Es que me extraña porque llevo ya unos años visitando micros abiertos y es que ¡ni una sola mujer nueva!».
El mundo de la comedia no deja de ser un mundo masculinizado en el que como en todos los ámbitos de la sociedad las mujeres han quedado relegadas a un segundo plano.
«Siempre ha habido mujeres que se han movido en esas aguas, pero generalmente hay más hombres que mujeres intentando hacer reír. Lo que es curioso porque el público mayoritariamente está formado por mujeres, al menos en mis shows. No es sólo que la comedia vaya dirigida mayoritariamente a los hombres, es que las mujeres hemos estado tragando una comedia muy masculina. Pasa en la comedia lo que ha pasado en la sociedad. Aunque somos más de la mitad de la población, no se nos ha tenido en cuenta. Pero sucede lo mismo en el fútbol, por ejemplo. Y es algo fascinante porque también van mujeres a ver el fútbol. Y me pregunto: ¿por qué estáis pagando una entrada para ver esto que os aparta, totalmente? O en la Iglesia, por ejemplo. Que haya feligresas me parece de ciencia ficción. Esta dinámica que sucede continuamente en la sociedad no excluye a la comedia».
Si hay una manera de consagrarse como humorista es consiguiendo poner a algún colectivo en tu contra. Tras tremendos chistes en la línea de cubrir a Franco con mierda de lesbiana, lógicamente el colectivo que se volvió en su contra fue… el de los fumadores de cigarrillo electrónico.
«Me han llegado a amenazar de muerte. En América Latina hay una comunidad muy fuerte. Están muy bien organizados. Tiene foros, tienen muchas cosas… Y oye, yo me asusté. Porque me llovió una que flipas de insultos y amenazas. No quedó en nada, eso sí… pero vamos, ¿qué querías?, son fumadores de cigarrillo electrónico».
No podemos parar de reírnos imaginándonos a un montón de chupadores de plástico muy enfadados y amenazando a esta pobre chica, cuyo único objetivo era hacer reír.
Los chistes en sí pueden generar muchas desavenencias. No hay más que ver los juicios (oficiales y extraoficiales) que se ha puesto de moda hacer a tuiteros, o ver a Bertín Osborne quejándose de que ya no se pueden hacer chistes de mariquitas. En otras ocasiones, es la interpretación literal de la broma lo que provoca el sinsentido. Tras la amenaza de El Cordobés a Al-Andalus (ya sabéis, el hijo de la Tomasa), un poco afamado tuitero confundía al insigne yihadista con el campechano torero con el que comparte sobrenombre. Y algo parecido le pasó a una señora con una de las bromas de Patricia Sornosa. Poniéndonos en situación nos encontramos ante un monólogo que comienza diciendo «si te encuentras a un hombre en una rotonda piensas mil cosas: que se le ha estropeado el coche, que le vienen a buscar, que es Joseba, el de Carglass, que está arreglando una luna. Pero si es una mujer, esa es puta. A no ser que sea Guardia Civil que entonces es puta ella y puta su madre».
«No les gustó mucho a los guardias civiles, en parte porque no la entendieron bien. No quiero insultar a nadie, pero bueno. Me escribió una señora un mensaje a Facebook. Y me dijo “quiero hablar contigo muy seriamente. Me has ofendido mucho con esta broma porque yo he parido dos guardias civiles”. Esta señora no pare hijos, pare guardias civiles. Y que quiere verme en persona y que si hace falta me llevará a un juzgado. Y bueno, bueno, bueno… Me llamó por videollamada de Facebook. Y estuvo durante dos o tres días intentando ponerse en contacto conmigo para echarme la bronca. Me dejó su teléfono como diciendo, «llámame, que te quiero reñir».
Pero por muy cómicas que puedan resultar estas situaciones, cada vez son más las personas o colectivos que se sienten ofendidos por bromas, que en una evidente clave de humor hacen una crítica a sus funciones. En este sentido, parece que la comedia está dejando de ser uno de esos pocos espacios seguros que quedaban para hablar de ciertos temas que en el resto de espacios eran tabú.
«Nos sentimos muy atacados personalmente cuando alguien cuestiona nuestras ideas. Hay una identificación casi total de la persona con su pensamiento. Es uno de los males de la sociedad occidental: el no saber diferenciar lo que eres de lo que piensas. Para sentirnos seguros necesitamos que nadie cuestione lo que pensamos. Y hacemos cualquier cosa, incluso perjudicarnos, limitarnos la libertad de expresión. Limitarle la libertad de expresión a otra persona es limitártela a ti. No tarda mucho hasta que eso de alguna forma se gira contra ti. Deberíamos aprender a no ser tan imbéciles para que cualquiera nos pueda ofender y sobre todo a diferenciar la ofensa del daño real. Ciertos daños hacía seres humanos los toleramos muy bien: los recortes en sanidad, en educación… Son cosas que no nos molestan. Ahora, no te metas con la religión que profeso, no te metas con mis ideas nacionalistas, etc. Esas son cosas con las que preferimos decir: “no, no, es que yo prefiero callarme lo que yo pienso pero que nadie me pueda herir ahí. Es una locura del ego total”».
Pero bueno dejemos estos temas tan serios y aburridos y centrémonos en lo mundano. ¿En qué estás trabajando ahora y qué se plantea en el horizonte?
«Estoy haciendo un papelito en una obra de teatro de la que soy coautora con otros trece actores de la compañía. De la cual estoy super orgullosa de formar parte. La obra se llama Ni noble, ni buena, ni sagrada; Bankia. Acabamos de ganar el primer premio en el festival Escenia de Foios, en Valencia. Y estamos teniendo bastante trabajo y muy buena crítica. Por otro lado, con mi amiga Patricia Espejo tenemos un show que se llama Las Putas amas… de Casa, por rebajar. Y estamos una vez al mes en el Teatre Talía (calle caballeros, 31, Valencia) y muy contentas también porque cada vez va viniendo más gente. Eso además de mi show de comedia».
«A mí el futuro siempre me ha sorprendido. Jamás me imaginaba yo que iba a vivir lo que estoy viviendo y nunca he planeado nada. Mi plan es seguir así».
Serie de preguntas cortas:
¿Benidorm o la Manga del mar menor?
Benidorm.
¿El Marca o El Mundo?
Fuaaa. “El”, el artículo.
¿Jorge Cremades o Arévalo?
(Silencio) Jorge Cremades.
Si el congreso de los diputados es la sede de la soberanía, ¿cuál es el after de la democracia?
Joder, qué difícil. Pues el bar Pepe.
¿Lucia Etxebarria o Pérez-Reverte?
Pues la respuesta te sorprenderá. Los he leído a los dos, y los dos me gustan.
¿Un libro que recomendar a alguien que no quieres volver a ver?
Cosas que los nietos deberían saber (Mark Oliver Everett, Blackie Books). Os lo recomiendo.