Pasear la ciudad: ¿dónde están las mujeres?
Herstóricas @herstoricas
Cuando nos vamos de viaje a otros lugares queremos verlo todo, nos preparamos con guías, información, tours para no perdernos nada de la ciudad a la que puede que no volvamos nunca. Pero estas ciudades no sólo están hechas para el disfrute de turistas. ¿Qué ocurre con las personas que las habitan?, ¿qué pasa cuando se trata de nuestras ciudades?
Cuántas veces recorremos sus calles con prisas, sin pararnos a mirar a nuestro alrededor, usándolas simplemente como ese espacio que hay entre nuestros hogares y el lugar al que nos dirigimos.
Las ciudades nos invitan a disfrutarlas de muchas maneras y sobre todo nos invitan a pasearlas. Y desde Herstóricas reivindicamos esa palabra: «paseo». «Pasear» como la acción de caminar por placer, sin prisa, generalmente al aire libre.
Pero, sea cual sea nuestra manera de pasear la ciudad, ¿estamos viéndolo todo?
Hay muchas maneras de mirar y nosotras queremos ver las ciudades, las calles, edificios, museos, parques que las forman con perspectiva feminista.
¿Por qué hay que recuperar la historia de las mujeres?
Hay que indagar en nuestra propia historia y tenerla en cuenta para entendernos como sociedad, por eso es imprescindible incluir la historia de las mujeres.
La historia de las mujeres y la historia feminista no es algo reciente, en el ámbito universitario se lleva décadas estudiando, sin embargo, no se traslada a nuestra cotidianidad, ni a las aulas, ni a la manera de mirar las ciudades.
¿Qué sensación nos queda cuando se pasea por una ciudad y nos fijamos que en su gran mayoría las plazas, calles, esculturas, monumentos y estaciones de metro están dedicadas a personajes masculinos?
Están dando un claro mensaje a quienes los observan: «los hombres pueden convertirse en políticos, científicos, abogados, pintores, militares, escritores… (lo del Barrio de las Letras daría para un artículo aparte), ellos son los que han aportado a tu ciudad».
Es fácil imaginar a un niño pasear por las calles y que se diga a sí mismo: «yo puedo ser lo que me proponga». Tener esa cantidad de referentes en su día a día es algo estimulante. Pero, ¿y las niñas y las adolescentes?, ¿qué referentes históricos tienen en las ciudades?
Por ejemplo, de las más de 360 placas que encontramos en Madrid conmemorativas de hechos históricos y personajes ilustres, más de 270 están dedicadas a hombres y apenas una treintena hacen referencia a mujeres.
¿Dónde están las mujeres?
Parece que las mujeres no hubieran habitado las ciudades. ¿Dónde están las mujeres? ¿Qué hacían? ¿Cómo se desarrollaba su vida en las calles? ¿No fueron en sí mismas sujetos de cambio? ¿Sus actividades no afectaron a la economía de las sociedades en las que vivieron? Es estupendo cuando encontramos algunas menciones a mujeres «famosas» o «extraordinarias», pero qué ocurre con el resto, las que no han alcanzado esa relevancia histórica, las mujeres como nosotras, trabajadoras anónimas que habitaron las urbes realizando tareas cotidianas sin las que las ciudades y sus habitantes no sobrevivirían. Mujeres que ante situaciones de injusticia y de pérdida de derechos colectivos, tomaban las riendas de las reivindicaciones y se enfrentaban al poder público de turno para defenderse.
No podemos entender una ciudad ni disfrutarla sin esa justicia histórica de nombrarlas, pasearlas y homenajearlas. Por esa razón, creemos que tiene cabida una alternativa al ocio urbano que engloble la historia de las mujeres.
Las mujeres en los espacios públicos
Pasear con perspectiva feminista va mucho más allá. A lo largo de la historia las mujeres han paseado por las ciudades, pero eso no significa que sus calles o plazas les pertenecieran. Las calles, como espacio público, han estado vetadas a las mujeres, que no podían ocuparlas de la misma manera que lo hacían los hombres y que durante siglos han sido los «viandantes legítimos» de ellas.
Parece más que evidente que el espacio público en el siglo XXI también pertenece a las mujeres y debería ser así en todos los aspectos. Podemos pensar que hemos avanzado, que el que las calles fueran terreno de dominio masculino es cosa del pasado, que nosotras en la actualidad ocupamos el espacio en paridad con los hombres.
Sin embargo, el hecho de no encontrar esculturas de mujeres en las principales plazas de las ciudades, ni nombres de las calles que nos recuerden a ellas, ni parques que les rindan homenaje, ni placas en los lugares donde ellas también hicieron historia nos hace pensar que esa apropiación del espacio no está completa.
Sin presencia de las huellas del resto de la población se sigue mandando un mensaje muy claro a la sociedad actual. La calle sigue teniendo unos dueños, los herederos de esa historia a medias, que mantienen unos privilegios sobre el resto de grupos que forman las ciudades.
Si la ciudad es de ellos, sigue sin pertenecernos y se convierte en un lugar no seguro para el resto de las personas que la habitan. Por lo tanto, cuando paseamos, nosotras vemos la calle como espacio público por reivindicar. Reivindicando su herstory, su historia de las mujeres, pero también reivindicamos los usos que las mujeres hacemos de ellas en el presente. La calle también es nuestra, de día y de noche.
Herstóricas
El proyecto Herstóricas defiende y demanda la necesidad de recuperar el espacio robado a las mujeres en la historia. Cuando hablamos de espacios, nos referimos a espacios físicos como son las calles, mercados, plazas, o como lo son de otra manera también libros, bibliotecas, aulas educativas… También exigimos ocupar espacios mentales como el reconocimiento social, cultural, científico… histórico a fin de cuentas. Que los aportes que las mujeres han realizado no se queden como meras anécdotas que insertar en un dossier de un libro de texto de secundaria o en una conferencia el día 8 de marzo. Herstóricas es un espacio seguro y abierto de debate para repensar y hacer herstory.
Por tanto, lo que buscamos con las actividades culturales y de ocio que proponemos es pasear por los espacios comunes en los que habitan las mujeres. No sólo mirando el pasado, sino también creando en el paseo un espacio de encuentro para las personas que lo ocupan en el presente, en el cual debatir y reflexionar sobre lo que sabemos de nuestras antepasadas y si realmente lo único que nos separan son años y no problemáticas.
Esta misma reflexión nos lleva hacía el ocio centrado en el arte y los museos. Las obras de los museos nos lanzan más preguntas con las que seguir trabajando. El arte y la cultura visual que consumimos a través de medios de comunicación y publicidad lanzan una imagen de las mujeres como personas sumisas, como musas, como objetos y no como sujetos hacedores.
Herstóricas desea recuperar y crear memoria colectiva, reivindicándonos como personas que no viven aisladas las unas de las otras, sino generadoras de cambios y de redes de colaboración. Este es uno de los caminos de nuestras ciudades que pretendemos pasear.