Las manos de Perón
Pablo Gastaldi
Juan Domingo Perón es al populismo lo que Juan Domingo Perón es al populismo. Aclarado esto, podemos centrarnos de lleno en la mutilación en la que se vio póstuma y directamente involucrado. Para ello haremos una breve exposición de los hechos y enunciaremos las teorías más difundidas que han intentado explicarlos. Aunque ciertamente no fue el único personaje de la época en verse privado de sus manos en el más allá, el halo de misterio que rodea el episodio ha mantenido vivo el interés en estos más de veintiocho años.
El caso
No hay demasiado acuerdo en cuanto a la fecha exacta en la que este suceso tuvo lugar, pero todos los investigadores apuntan hacia finales del mes de junio de 1987, año de elecciones provinciales que serían decisivas para las generales del 89. Se dice que por esos días les llegó a dos dirigentes del peronismo una carta firmada como «Hermes Lai y los 13» con un insólito mensaje: la exigencia del pago de una cifra millonaria como rescate por las manos del difunto expresidente Juan Domingo Perón.

Cuando las autoridades se aproximaron al popular cementerio de la Chacarita (el más grande de Buenos Aires y residencia habitual de personajes tan dispares como Carlos Gardel, María Elena Walsh o Severino di Giovanni) donde yacía el cuerpo, encontraron que las medidas de seguridad que protegían el mausoleo habían sido burladas y el vidrio exterior agujereado. Una vez lograron extraer y abrir el féretro, pudieron comprobar que las manos ya no estaban unidas a su legítimo propietario: habían sido amputadas con una sierra de precisión.
Como en todo misterio político-policial que se precie, la entrada en escena del ámbito judicial no hace aquí sino entorpecer el esclarecimiento de los hechos insinuando inquietantes relaciones entre éste y los poderes fácticos. En este caso empiezan fuerte, cuando el juez Far Suau, instructor de la causa, muere en un accidente automovilístico cuyo origen aún hoy genera controversia. No es sin embargo la única muerte de personas aparentemente relacionadas con la investigación, a la que hay que sumar el asesinato de un vigilante del cementerio y el de una visitante del mismo.
En estos veintiocho años el sumario se ha cerrado y reabierto, y han pasado por la lista de sospechosos sujetos muy variados entre los que destacan miembros de los servicios de inteligencia y del ejército y matones provenientes de las prácticas parapoliciales de la dictadura. Actualmente sigue abierto. Los avances y retrocesos de la investigación junto con la variable actitud hacia el caso de las autoridades políticas de turno aportan cada tanto novedades a un caso irresuelto que parece no decaer en su interés, y la búsqueda de una explicación no se ha sentado a esperar el lento obrar de la justicia.
Explicaciones
Apoyándose en fuentes vinculadas al entorno de su última mujer, una primera teoría salta todo el océano Atlántico para identificar al culpable: la masonería británica que, resentida con Perón desde que éste perjudicara sus intereses en territorio argentino, habría encontrado en este acto una forma de resarcirse. También se especula con la utilización de las dos extremidades en rituales de estas agrupaciones.
Otra apunta a un oscuro personaje italiano llamado Licio Gelli y la logia masónica P2, que llegó a acumular un enorme poder en Italia hasta los años 80 y cuyos contactos con Argentina están probados. Esta versión goza de cierto respaldo (con testimonio de un compañero de celda del italiano incluido), y a menudo incluye la participación del que fuera mano derecha de Perón en su última etapa, José López Rega, también apodado el Brujo por su vinculación con el mundo del ocultismo.

Una última tiene que ver con el momento político más inmediato. Se trataba de un año crucial para la inestable democracia argentina: parecía que las elecciones del propio año 1987 prefigurarían las segundas generales tras la dictadura que tendrían lugar dos años después, y la Unión Cívica Radical del presidente Alfonsín no tenía todas las de ganar. Se especula con que determinados sectores tanto del radicalismo como de los servicios de inteligencia podrían haber llevado a cabo el robo de las manos para revivir en la conciencia colectiva imágenes de violencia y de tensión vinculadas al peronismo y sembrar así la desconfianza hacia ellos por parte de los votantes. Uno de los máximos defensores de esta versión, sin embargo, parece haberla abandonado a último momento y apunta ahora más alto —concretamente hacia el norte— señalando el mundillo de las sociedades secretas estadounidenses.
Si las explicaciones que recurren a la búsqueda de poderes en la sombra con un regusto esotérico no son unívocas, menos aún las que buscan el sentido directamente político. El autor Claudio Negrete ha explorado las filias de la sociedad argentina con la muerte de sus personajes ilustres recurriendo al término necromanía. Otros han considerado el contenido del acto como un movimiento eminentemente político: a la hipótesis que sitúa al radicalismo como sospechoso se le pueden sumar las que ven una venganza por parte de detractores interiores y exteriores, una amenaza de sectores militares a determinadas políticas del gobierno democrático, maniobras de distracción y falsas banderas, y un largo etcétera. Da la sensación de que el robo de las manos se presta a ser instrumentalizado políticamente casi tanto como la propia figura de Perón.
Las intrigas palaciegas siempre han vendido bien
Tomar partido por una de las opciones que expliquen el porqué de su amputación e intentar resolver a qué se dedican actualmente las manos de Perón es bastante arriesgado. Parece más prudente considerar este curioso enigma como uno de los tantos momentos en donde los misterios e incógnitas que rodean al poder político en cualquier parte del mundo se hacen visibles sin ofrecer una solución plausible, presentándose con gran plasticidad en la cultura popular.

Las intrigas palaciegas siempre han vendido bien, y unido a lo estrambótico del caso ha generado un verdadero impacto en la sociedad argentina; dando así lugar a todo tipo de elucubraciones y teorías, pero también a obras de arte, grupos de música, bromas, chistes y tiras cómicas. Se han escrito libros, rodado documentales y hasta se va a hacer una película. La directora será ni más ni menos que Florencia Kirchner, hija de la actual presidenta, que ha afirmado que sólo la pondrá en marcha una vez su madre abandone el cargo (cosa que tendrá lugar en los próximos días).
En realidad, pasado ya el tiempo, lo interesante no es tanto quién fue o qué intereses estaban detrás como el hecho de que, durante tantos años, se haya convivido tranquilamente con un suceso tan inverosímil como éste. Sin embargo quien busca en ello representaciones claras o metáforas de la política argentina suele dar lugar a resultados pocos satisfactorios (no son difíciles de imaginar frases de este estilo: «cortándole las manos a una figura del peso de Perón se estaba evidenciando quién manda», «en la política argentina no hay respeto ni siquiera por los muertos» o «cortándole las manos quisieron castrar al peronismo, es como si le cortaran las bolas») Quizás más que abordar el caso buscando una explicación entre la criminología y la ciencia política, lo más interesante sería sentarse a observar el repertorio cultural al que ha dado lugar e intentar explicar algo desde ahí o, simplemente, disfrutarlo.
